Sobre Chancha y Cabras.
Por Ignacio Ruiz
El rock nacional comenzó una década en busca de una necesaria renovación, dos grupos comandan la reconstrucción de lo que siempre fue el movimiento: Fiesta y Carnaval.
Sabemos que el rock nacional es una parte fundamental de la vida social de los argentinos. Muchas canciones han marcado a fuego los momentos más importantes de la historia musicalizando los hitos nacionales, tanto buenos como malos.
Hoy, el querido rock nacional atraviesa una etapa de ostracismo debido a la nueva música emergente, el género urbano y el trap que acapara las principales listas. Sin embargo hay jóvenes artistas que buscan redimirlos con destellos de lo que alguna vez fueron. Dillom, Wos y Milo J reivindican una parte de la cultura musical de antaño.
A pesar de la pandemia y las canciones descartables, la imagen del artista opulento y de fiesta no logró captar la atención de una parte de la juventud, especialmente de la llamada generación Z. En esa búsqueda de vivir, aunque sea un poco de lo que se lograba captar en décadas pasadas, surgen bandas que, de a poco, llaman la atención de los chicos y chicas que encuentran en ellas un nicho donde pertenecer.
Disfrutar dentro del caos, sabiendo que todo se está pudriendo.
No es casualidad que dos bandas, con nombre de animales de rebaños, una de Capital Federal y otra de La Plata están poco a poco convirtiéndose en un bastión que cimenta las bases para las nuevas camadas de oyentes. La Chancha Muda, perteneciente al barrio de Parque Chacabuco, surgió a principios de siglo y recién en la década pasada dieron los pasos correctos para iniciar un camino que no tiene fin, logrando posicionar su nombre luego de años en el underground porteño. Sus shows son un grito de desahogo en medio de un caos constante, sus letras traspasan a sus seguidores y a los nuevos que empiezan a escucharlos. Con un público que se considera bien de pueblo, La Chancha en sus presentaciones te invita a su mundo, con gente disfrazada haciendo referencia a sus discos. Entrar en la anarquía, en ese desorden se genera un sinfín de sentimientos haciéndose cargo de los tiempos oscuros que corren.
Con un rebaño importante, la impronta de los 90s y principios del 2000 genera un clima único que no se veía en mucho tiempo. La razón de que Cabra da Peste esté en boca de todos proviene precisamente de eso: el boca en boca. La Cabra, liderada por el Negro Gamboa, dio un salto importante, tomando la posta que dejaron varias bandas de la nueva década. Las presentaciones en vivo son su principal fuerte; las previas son fiestas, reviven una tonada rioplatense de candombe y carnaval, sus letras cargadas de sentimientos y carga social, son un gran reservorio del clima de época en la que se vive en la actualidad.
Los shows de cada banda son un reflejo de cómo se vive, tanto en la ciudad como en el conurbano. La búsqueda de una juventud sin referentes en la música encuentra en estos conjuntos un lugar donde estar, sabiendo que están retomando la senda de los que las generaciones anteriores. Las banderas, los cánticos, el sentimiento, tal vez ambos grupos serán la voz que necesitan los chicos y chicas que no se sienten parte del mainstream.
En este nuevo submundo del rock, ya no interesa llegar a grandes estadios, de estar en el ranking top de las plataformas de música, sino conectar con la gente, con sus pasiones, de dar un desahogo y una luz entre tanta oscuridad. El Bordo parafrasea en una de sus canciones:”Mientras tanto el rock se va, saltando estructuras, mirando al costado, no le gusta ser un héroe pop…”.
La Cabra y La Chancha representan el silencio y el contagio. Dos conjuntos musicales que remiten a un pasado reciente del rock nacional que tomó la lanza luego de la tragedia de Cromañón y lo modificó respetando los valores tradicionales. Fiesta, trapos, carnaval y respeto, brindando un espacio necesario para los pibes y pibas que buscan identificarse y sentir como propias nuevas letras, canciones y poder expresar los distintos estados de ánimo.